23.5.20

VI

He afirmado que el buen lector no debería juzgar un libro antes de leerlo. Pero al menos conozco una salvedad. Como Juan Ramón, pienso que los libros emanan su esencia sin tan siquiera abrirlos. Mucho tiene que ver el grado de acierto en la composición de la cubierta, el título, la tipografía…, pero no es lo definitivo; incluso, a veces todos esos aspectos están cuidados y aun así la emanación es negativa. Y nunca falla: el libro será bueno o malo según hayas podido percibirlo, si eres capaz de hacerlo. Matizo, por lo tanto: el buen lector no debe prejuzgar un libro antes de leerlo, ni mucho menos antes de sentir su emanación.

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