25.7.20

IX

De acuerdo con Thomas Mann cuando desliza, entre las anotaciones de Gustav Aschenbach en La muerte en Venecia, la siguiente afirmación: «Casi todo lo grande que existe, existe como un “a pesar de” y adquiere forma pese a la angustia y el sufrimiento, pese a la miseria, el abandono y la debilidad física, pese al vicio, la pasión y mil impedimentos más». Porque es tanto como decir que una obra de arte lo es a pesar de su propio autor y, aún más importante en estos tiempos, a pesar también de las adversidades causadas por los demás. 

Pienso en Roman Polanski, acusado de violación, cuando en la gala de los Premios César fue galardonado como mejor director y varios actores, actrices e invitados abandonaron la ceremonia en señal de protesta. Pienso en Woody Allen, a quien siguen boicoteando en su país a pesar de estar demostrado desde hace décadas que no abusó de la hija de su pareja. Como sea, cualquiera es libre de sentir asco por la obra de un artista, pero eso no debería implicar echarla por tierra. A saber hacer esta distinción podríamos llamarle madurez. Una sociedad madura debería existir como un «a pesar de», pero eso ya parece imposible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario