tag:blogger.com,1999:blog-50137848649510401472024-02-21T03:15:18.656+01:00naideJosé Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.comBlogger21125tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-19984725543736136752021-07-29T17:43:00.004+02:002021-07-29T17:43:53.516+02:00XXI<p>Mecánica del envanecimiento: recibes una palmadita y el eco de tu cabeza la convierte en aplausos.</p>José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-70729715254531412972021-07-16T18:11:00.004+02:002021-07-16T18:12:06.152+02:00XX<p>Más que en los huesos, quisiera quedarme en la voz.</p>José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-42740958806054775572021-06-27T10:11:00.004+02:002021-06-27T10:11:54.993+02:00XIX<p>Al escribir, antes que «tomar partido hasta mancharse» con lo impuro, aprender a mancharse con lo puro.</p>José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-76471645917227477172021-06-27T10:10:00.002+02:002021-06-27T10:10:35.377+02:00XVIII<p>La mayor parte de las veces, un corazón que late en un poema es sólo un juguete mecánico.</p>José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-46642298315180763742021-03-28T13:08:00.002+02:002021-03-28T13:08:26.388+02:00XVII<p>Contra los interlocutores demasiado gustosos, resultar insulso.</p>José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-29008765799779206582021-03-28T13:07:00.001+02:002021-03-28T13:07:14.774+02:00XVI<p style="text-align: justify;">Hay escritores que hablan de «colocar» un libro suyo en tal o cual editorial. Suelen ser los que publican demasiado. Dicen «colocar» y es como si tiraran un envoltorio al suelo. ¡«Colocar»!</p>José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-3841330155148713072020-12-22T20:02:00.001+01:002021-03-28T13:11:18.389+02:00XV<div style="text-align: justify;">Sólo dos cosas me <span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 10pt; text-align: left;">«</span>encogen el corazón<span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 10pt; text-align: left;">»</span>, así dicho: emplear esta expresión en un poema y el retraso de las imprentas.</div>José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-76780563951020842932020-11-26T16:18:00.005+01:002020-11-26T16:19:32.005+01:00XIV<p style="text-align: justify;">A los clichés, los lugares comunes, temerlos, aunque no de forma enfermiza. El poeta debe procurar un lenguaje limpio de ellos, pero sin olor a desinfectante. Las hipocondrías de esta naturaleza desembocan, lejos de sus pretensiones, en modos relamidos y artificiales, cuando no en manías ciertamente incapacitantes. </p>José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-29512601848735657902020-11-15T13:07:00.006+01:002020-11-15T13:07:56.496+01:00XIII<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;">Mi hermano me dijo: «Vota al partido que quieras, pero no tienes por qué defenderlo». Del mismo modo, me digo: «Escribe cuando puedas, pero no pongas excusas por ello». La falta de tiempo no sirve como pretexto. Si sólo escribes en tu día libre y no te parece suficiente, roba horas de tu sueño, de tu trabajo, de tu familia, pero no pongas disculpas, es de un patetismo melindroso. Por el contrario, si ya desempeñas tales remedios, cállate igualmente porque ese hecho no aporta valor alguno a tu obra.</span></p>José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-44915372113800064542020-11-15T12:31:00.002+01:002020-11-15T12:31:31.123+01:00XII<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;">En la valoración de una obra de arte, nada importan los méritos al llevarla a cabo. Lo eminente es su fruto. A menudo se dice de un actor que hizo no sé qué gesta para preparar un papel. O que es más difícil escribir de un modo que de otro, en unas circunstancias que en otras. O que para determinada edición de un libro se han realizado procesos minuciosos y complejos. Todos esos méritos no incumben al público más apetecible. Dejémoslos para la sugestión y otras acciones epatantes. Méritos, medallas de latón, nada.</span></p>José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-13132316656226461232020-11-14T12:41:00.006+01:002020-11-15T12:31:39.714+01:00XI<p><span style="font-family: georgia;">Sólo una cosa le pido a mi literatura: que jamás pretenda justificar mis actos.</span></p>José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-16833330559453523932020-10-04T13:31:00.001+02:002020-10-04T13:33:30.791+02:00X<div style="text-align: justify;">Detesto eso que llaman «tener actitud». Porque si la actitud es una disposición del ánimo, «tener actitud» es una predisposición de éste, es decir, implica anticipar cierta actitud, supone un fingimiento. Por eso huyo también de «ser auténtico». Estas expresiones, tan ligadas a «lo real», a «lo verdadero», son justamente lo contrario: espejismos, continuos horizontes que perseguir. Mejor opción me parece «ser honesto». Conlleva decir más la verdad a sí mismo que a los demás. Y nunca es mal plan empezar por uno mismo. Escribe el poeta venezolano Rafael Cadenas: «No quiero estilo, sino honradez». El estilo, la identidad, se van dando por añadidura, como nuestra manera de andar. Sin embargo, no hay mayor afectación que pretendernos nuestra propia «marca personal». Estoy en contra de toda esa «actitud», y esta forma mía de proceder no es «tener actitud» sino simplemente una manera de transitar.</div>José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-66611039151146658402020-07-25T13:00:00.001+02:002020-07-25T13:00:35.824+02:00IX<div style="text-align: justify;">De acuerdo con Thomas Mann cuando desliza, entre las anotaciones de Gustav Aschenbach en <i>La muerte en Venecia</i>, la siguiente afirmación: «Casi todo lo grande que existe, existe como un “a pesar de” y adquiere forma pese a la angustia y el sufrimiento, pese a la miseria, el abandono y la debilidad física, pese al vicio, la pasión y mil impedimentos más». Porque es tanto como decir que una obra de arte lo es a pesar de su propio autor y, aún más importante en estos tiempos, a pesar también de las adversidades causadas por los demás. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pienso en Roman Polanski, acusado de violación, cuando en la gala de los Premios César fue galardonado como mejor director y varios actores, actrices e invitados abandonaron la ceremonia en señal de protesta. Pienso en Woody Allen, a quien siguen boicoteando en su país a pesar de estar demostrado desde hace décadas que no abusó de la hija de su pareja. Como sea, cualquiera es libre de sentir asco por la obra de un artista, pero eso no debería implicar echarla por tierra. A saber hacer esta distinción podríamos llamarle madurez. Una sociedad madura debería existir como un «a pesar de», pero eso ya parece imposible.</div>José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-73469729845337304322020-06-05T17:02:00.003+02:002020-06-05T17:05:28.114+02:00VIII<div style="text-align: justify;">Siempre que escucho que hay que sacar la cultura a la calle, miro mis estanterías, los libros, los discos, el móvil… como agarrándolos bien fuerte.</div>José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-76815705420337803442020-05-28T17:00:00.000+02:002020-05-28T17:00:10.832+02:00VII<div style="text-align: justify;">Tengo la suerte de leer sin tomar notas. No investigo, no soy conferenciante. Tampoco las quiero para escribir. Si acompaño de una cita algún poema, es porque la necesito y surge de la memoria o aparece en el instante exacto. No busco. Y cuando leo una frase digna de anotar no lo hago. Simplemente dejo que pase. Volverá si ha de hacerlo. Si no, la habré olvidado sin más. Mis cuadernos tampoco los destino ya al apunte de ideas o imágenes; han quedado para empezar poemas, nunca para anotaciones. Tal vez sea el equivalente a vivir con lo puesto. Abandono los libros sin más mácula que la del uso necesario. Ahorro en existencia.</div>José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-53423017321937918672020-05-23T23:51:00.000+02:002020-05-24T11:16:34.224+02:00VI<div style="text-align: justify;">
He afirmado que el buen lector no debería juzgar un libro antes de leerlo. Pero al menos conozco una salvedad. Como Juan Ramón, pienso que los libros emanan su esencia sin tan siquiera abrirlos. Mucho tiene que ver el grado de acierto en la composición de la cubierta, el título, la tipografía…, pero no es lo definitivo; incluso, a veces todos esos aspectos están cuidados y aun así la emanación es negativa. Y nunca falla: el libro será bueno o malo según hayas podido percibirlo, si eres capaz de hacerlo. Matizo, por lo tanto: el buen lector no debe prejuzgar un libro antes de leerlo, ni mucho menos antes de sentir su emanación.</div>
José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-33811321032801927352020-05-16T21:29:00.001+02:002020-05-16T21:29:57.606+02:00V<div style="text-align: justify;">Galdós y Valle-Inclán se autoeditaron, y no por necesidad. Borges —mejor dicho, su padre— pagó la publicación de su primer libro, al igual que hicieron Lorca y tantos otros. Las obras a modo de suplemento de la revista <i>Litoral</i> eran costeadas por los propios autores: Aleixandre, Cernuda, Alberti… De sobra es conocido que los gastos de la primera publicación de Miguel Hernández, <i>Perito en lunas</i>, fueron cubiertos por Luis Almarcha, cura de su pueblo, o que el dinero empleado en la edición de <i>El rayo que no cesa</i> lo iba devolviendo el propio poeta a sus editores, Manuel Altolaguirre y Concha Méndez, a media que vendía ejemplares en presentaciones y entre los amigos. Todo esto era habitual, al igual que las colectas para que una obra viera la luz. El escritor que hoy autopublica su libro gracias a una campaña de <i>crowdfunding</i> y lo mueve por su cuenta no es nuevo bajo el sol y debe sentirse bien orgulloso de ello.</div>José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-1775008644828621502020-05-06T19:47:00.000+02:002020-05-06T19:47:10.721+02:00IV<div style="text-align: justify;">Me parece bella la autoedición, la idea de tomar las decisiones estéticas, materiales… de tu libro. Juan Ramón y Zenobia fueron «editores de su propia y sola obra», como ellos mismos indicaban orgullosos. Claro que no todos los autores tienen la fineza del poeta de Moguer o del maestro tipógrafo Tschichold, pero a poco que sientan interés y amor por una buena edición pueden obtener un fruto digno, al igual que también pueden ponerse en manos de alguien que les guíe o lleve a cabo ese trabajo.</div> <div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Aún hay lectores que le ponen reparos, sobre todo éticos. Por ejemplo, que las obras deben pasar un <i>filtro </i>de calidad. Es cierto que muchas de las autoeditadas son malas, como también lo es que hay casi tantas editoriales como poros tiene el <i>filtro </i>y que cada obra puede pasar por alguno: si no la aceptan en una editorial, hay otras. No prejuzgar es lo que hace un buen lector. Y el escritor, aparte de honestos consejeros literarios, debería tener reparos que no fueran de ese tipo. A veces publica en la editorial de un amigo o de un contacto o entabla una relación cordial con su editor, si ya tiene alguno. Y eso, desde el rigor ético al que algunos apelan, no distaría mucho de la autoedición. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Las otras objeciones suelen ser económicas, algo así como que un autor, para publicar, no tendría que poner dinero de su bolsillo. Me pregunto si el no autoeditado paga en cierto modo cuando, por ejemplo, ha de costearse los gastos de hotel y desplazamiento en las presentaciones de su libro, cosa habitual en las editoriales pequeñas. Lo hará por compromiso con su editor o por vanidad o por gusto, pero siempre con la misma libertad que un autoeditado gasta su dinero en lo que estima oportuno. Este último, además, en un mismo nivel de ventas, suele obtener mayores beneficios que el otro. Distinto es que existan empresas de autoedición que hacen falsas promesas (en realidad, no las hacen, está todo explicado en sus contratos) y acaparan la ilusión de autores primerizos. Como en todo, hay que saber arrimarse a buen árbol.</div>José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-19561798852070465192020-05-02T13:43:00.000+02:002020-05-02T13:43:32.461+02:00III<div style="text-align: justify;">
Me preocupa mi ausencia de mitomanía. Algo tendré de ella, pero muy poco. Pensándolo bien, mis padres no son nada mitómanos, ni mi hermano. No se ha respirado eso en casa. He comprobado que de padres mitómanos salen hijos mitómanos. A veces se ve de forma evidente, aunque no en otras ocasiones, porque el hijo, por ejemplo, adora a Bob Dylan o a Enrique Bunbury y, sin embargo, a sus padres esa admiración les parece algo muy raro, no la entienden. Pero la clave está en que ellos son muy creyentes, adoran a un dios, que es otra forma de mitomanía. Y eso se respira en casa; aunque el hijo salga ateo, necesita otros dioses. En España se ve claramente con los nacidos en los 70, cuando aún había padres bastante creyentes y explotan los grandes iconos del pop y del rock que les acompañarán en la adolescencia y la juventud durante dos décadas. Con los nacidos en los 80, como es mi caso, no suele pasar lo mismo, pese a ser sólo una década de diferencia. Los padres, en un clima colectivo de libertad como el de entonces, ya no eran tan creyentes, ni tampoco muy mitómanos porque a su vez sus padres no lo habían sido. Los míos me dejaron prácticamente al borde del nihilismo.</div>
José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-28287722672741095052020-04-28T13:58:00.000+02:002020-04-28T13:58:47.426+02:00II<div style="text-align: justify;">
De pronto, Bécquer: «¡Dios mío, qué solos / se quedan los muertos!». Así ha sido siempre en velatorios y entierros. Cualquier persona sensible percibe esa soledad del cuerpo yerto, convertido en figura de cera, esté su ser acabado o en otra parte. De pronto, pensarlo: en estas semanas, sin posibilidades de despedida, qué solos, qué solos se quedan, aún más, los muertos.</div>
José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5013784864951040147.post-80211305350382590382020-04-25T17:21:00.001+02:002020-04-25T17:50:57.224+02:00I<div style="text-align: justify;">
Una de mis palabras predilectas del español es <i>naide</i>. La escuché por vez primera en boca de un niño que se había unido a nosotros para jugar al fútbol en la calle: «A mí no me la pasa naide». Reíamos los demás niños a sus espaldas, porque era gitano y podía pegarnos (eso creíamos entonces por experiencias anteriores en el barrio). <i>Naide </i>quedó en mi cabeza como una gracia, me gustaba recordarla de vez en cuando. Sólo ya siendo adulto comprendí que, si continuaba placenteramente en mi memoria, era porque su sonoridad me resultó agradable desde el primer momento: la <i>i </i>de <i>nadie </i>desplazándose por <i>error </i>junto a la <i>a </i>crea una sílaba menos dura, más natural. </div>
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Apenas he tropezado más veces con este vulgarismo, aunque sí de forma especial en canciones de Atahualpa Yupanqui o Jorge Cafrune que he escuchado gracias a mi madre. En ellas la pronunciación de <i>naide </i>suena profunda. Aprendí que su uso se da en lugares marginales y entornos rurales de España y, sobre todo, de América Latina. Forma parte del folclore en castellano y la escuchamos también en el flamenco. </div>
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Aprendo ahora por el María Moliner que en la evolución de la palabra ya existió la forma <i>naide </i>y que luego, por regresión culta, se convirtió en <i>nadie</i>. Me alegra saber que cierta sabia ignorancia popular se resiste a ese cambio o lo revierte. Una minoría, en los márgenes. Porque, para la mayoría, ser naide debe de significar ser menos aún que nadie. «A mí no me pasa naide», nos decía el niño gitano. «A mí no me espera naide», nos dice un gaucho en una canción de Yupanqui. Y esos naide, a su vez, son ellos mismos, olvidados. Si <i>nadie </i>es un pronombre indefinido, esa indefinición es más honda aún en <i>naide</i>. </div>
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Por todo ello, siento más cercano a mí el término vulgar. Alguna vez he acariciado la idea de titular con él uno de mis libros, pero no he sido valiente o no ha habido oportunidad. <i>Naide</i>, por otro lado, me disgusta cuando parece también un nombre de isla o de diosa o de princesa de poemas modernistas y artificiales, aunque, eso sí, con sabor a lejanía. Pero eso no impide que sea el nombre de este blog, porque al escribir reflexiones que a muy pocos importarán me siento errático, pequeño, lejano, naide.</div>
José Alcaraz, 1983http://www.blogger.com/profile/13340954067835219343noreply@blogger.com6